El diario La Verdad publica este martes una interesante entrevista a la abaranera Asunción Morte, directora del grupo de investigación de Microbiología-Micorrizadas-Biotecnología Vegetal de la Facultad de Biología de la UMU.
La directora del grupo de investigación de Microbiología-Micorrizadas-Biotecnología Vegetal de la Facultad de Biología de la UMU, Asunción Morte, encabeza el proyecto que ha logrado domesticar en las últimas décadas la trufa del desierto. Esta especie, que lleva más de 500 años recolectándose en la Región de Murcia, había experimentado una disminución de su presencia silvestre por las escasas lluvias y el cambio en el uso del suelo.
¿Qué supone haber logrado cultivar un producto como este?
–Supone la satisfacción de haber conseguido cultivar, por primera vez, una de las escasas especies de hongos micorrícicos comestibles. La mayoría de los hongos cultivados que se consumen son setas saprófitas, de las que ya se cosechan más de 100 especies. Sin embargo, a pesar del gran valor gastronómico de las trufas, nízcalos y boletus (todos ellos forman simbiosis micorrícica con las plantas), hasta el momento solo se han podido cultivar siete especies. La trufa del desierto o turma ‘Terfezia claveryi’ es una de esas especies que hemos logrado domesticar en Murcia. A su cultivo lo hemos denominado turmicultura.
«La turmicultura puede contribuir a mejorar la situación socioeconómica de regiones semiáridas»
–¿Cómo lo hicieron?
Con estudios sobre la fisiología de la planta y del hongo, que nos ayudaron a establecer y caracterizar la especificidad de la simbiosis micorrícica y a producir plantas micorrizadas de gran calidad. Posteriormente, el seguimiento de la simbiosis en el campo y los estudios de tolerancia a la sequía nos permitieron ajustar los requerimientos hídricos necesarios para la óptima fotosíntesis de la planta y la formación de la trufa. Actualmente, seguimos mejorando el cultivo con el uso de bacterias asociadas y la modelización del riego para estabilizar la producción anual. La financiación de proyectos de investigación por parte de la Fundación Séneca y el Ministerio de Economía ha sido fundamental para llegar a este conocimiento básico y aplicado.
–¿Qué interés potencial tiene este producto para la agricultura regional?
–Es un cultivo autóctono con pocos requerimientos hídricos y está adaptado a suelos pobres con escasa materia orgánica, por lo que puede cultivarse en terrenos improductivos para otros cultivos agrícolas, o de secano, con lo que además evita la erosión de esos suelos. Además, al no necesitar fertilizantes ni pesticidas y actuar como sumidero de CO2, es fácil integrarlo como cultivo ecológico. Teniendo en cuenta que, en mercados carentes de campañas de marketing, los precios alcanzados por estas trufas oscilan entre los 20 y 70 euros por cada kilo. Resulta indudable que este nuevo cultivo puede contribuir a la mejora de la situación socioeconómica de regiones semiáridas.
–¿Vamos a ver cambiar la agricultura de nuestros campos de la Región ante las imposiciones que trae el cambio climático?
Sin lugar a dudas el cambio climático va a desplazar los cultivos de unas regiones a otras. Vamos a tender hacia plantas tolerantes a la sequía que puedan cultivarse sin un costo excesivo y que sean respetuosas con el medio ambiente. Con ellas se evitará un aporte excesivo de abonos y pesticidas y se incluirán más biofertilizantes y agentes de lucha biológica.
Entrevista completa publicada en LA VERDAD.