Enclavada en la memoria histórica de Abarán, la antigua residencia Santa Teresa guarda entre sus muros el eco de tiempos difíciles. Este edificio, hoy abandonado, fue un refugio para ancianos, huérfanos y desvalidos en una época marcada por las adversidades de la Guerra Civil y las sombras de dos epidemias: el cólera y la tuberculosis.
A través de documentos y registros de la época, emerge el relato de cómo esta institución enfrentó la crisis sanitaria con recursos limitados pero con una admirable determinación. Las autoridades locales intentaron prevenir la propagación de enfermedades mediante estrictas normas de higiene que transformaron las calles en un campo de batalla contra la mortalidad.
En el corazón de la residencia, surgió la necesidad de construir un pabellón específico para infecciosos, separado del edificio principal. Los planos y presupuestos reflejan el nivel de detalle y el esfuerzo invertido en garantizar condiciones adecuadas. Desde excavaciones y mampostería hasta elementos decorativos como estucos de mármol y vidrieras, el proyecto pretendía combinar funcionalidad y dignidad para quienes enfrentaban las enfermedades más temidas de la época.
Sin embargo, el presupuesto destinado a esta ampliación nunca llegó a ejecutarse. Según los registros de la residencia, las muertes registradas durante la epidemia estuvieron vinculadas únicamente a la edad avanzada de los residentes. A esta inesperada victoria, los documentos atribuyen una intervención divina: la protección de los Santos Médicos.