Este viernes se colocaban en dos lugares representativos del municipio como son el parque de las Norias y el parque de los Hilaores, situado en la zona alta de la localidad, sendas placas, dentro de la iniciativa “Murcia Región de Mujeres” dependiente de la Dirección General de Mujer y prevención de la Violencia de Género de la CARM, concebida para situar a mujeres referentes y colectivos de mujeres trabajadoras, en espacios urbanísticos y arquitectónicos concretos como calles, monumentos o edificios públicos, de toda la geografía regional, reivindicando así la visibilización que merecen.
Vídeo del acto
El acto, que estuvo encabezado por la concejala de Mujer de nuestro Ayuntamiento, Mari Carmen Miñano, contó igualmente con la presencia de la edil de Igualdad, Fátima Saorín así como con trabajadoras de este área y Pilar Larrotcha, CEO y directora creativa del estudio “Paparajote”, responsable del diseño de este proyecto.
La primera placa se instaló en el Parque de las Norias, junto a la réplica de una chimenea de las que se utilizaban en las industrias conserveras, en homenaje a las mujeres abaraneras que durante tantos años trabajaron en este sector.
“En el Siglo XIX la primera industria de importancia que se asentó en nuestra región fue la industria conservera, especialmente la vegetal, vinculada a nuestra economía rural, agropecuaria y con escasa industrialización. Desde finales de la Guerra Civil y hasta mediados de los años sesenta, las fábricas de conserva vegetal fueron fuentes de trabajo para muchas mujeres de la Región de Murcia en los municipios de Alcantarilla, Molina de Segura, Mula, Ceutí, Abarán y Blanca, donde se llegaron a crear diversas barriadas para albergar a los trabajadores y trabajadoras de estas fábricas”, reza en su inscripción.
El otro distintivo se colocó en el Parque de los Hilaores en reconocimiento al colectivo de mujeres abaraneras que trabajaron en la industria del esparto, donde se podía leer: “La actividad del esparto ha sido muy importante en la Región de Murcia desde tiempos de los romanos, llegando a ser una industria florecente desde mediados del Siglo XIX. Tras el proceso de recogida y secado, se picaba o machacaba, para que su textura fuese más suave y fácil de trenzar, mediante unos mazos mecánicos de 2 metros de altura y una base cuadrada. Este trabajo “el picao” era realizado exclusivamente por mujeres y niñas, que sentadas en el suelo frente a las filas de mazos con los pies metidos en fosos practicados en el suelo, volteaban los manojos para su picado uniforme. Durante las largas jornadas, debían permanecer muy atentas para no ser golpeadas por los mazos. Las principales áreas productoras de esparto a mediados del Siglo XIX y principios del XX eran Cieza, Abarán, Cehegin, Lorca, Bullas, Abanilla, Águilas y Albudeite.