Desde ADFA, queremos felicitar a todas las madres, pero en especial a aquellas que luchan día a día por la inclusión, aquellas que alguna vez quisieron tirar la toalla, ¡Pero nunca se rindieron!, aquellas que son unas verdaderas guerreras, ¡Nuestras guerreras!.
Ser madre de un hijo/a con discapacidad es estar dispuesta a vivir en un mundo paralelo, en el que tú ves el mundo de los demás, pero los demás parecen no ver, no querer ver o no querer comprender el tuyo. Es estar dispuesta a comerte el mundo para impedir que se lo coman a él/ella. Y sobre todo estar dispuesta a mejorar el mundo, para mejorar su mundo.
“Querido hijo/a:
No sé si en cierto modo esperas o deseas que yo sea una madre perfecta. La realidad es que no lo soy. ¿Me gustaría serlo? Pues no lo sé, pero lo que si de verdad quiero es que tú llegues a ser el/la más feliz del mundo.
Llegaste a mi vida para enseñarme a caminar por otro mundo distinto, pero ¿Sabes qué?, ¡Quiero seguir caminando de tu mano en este maravilloso mundo!
Te quiero hijo/a mío/a.
Mamá”.