Esta mañana, el alcalde de Abarán, Jesús Gómez con su homólogo blanqueño Pedro Luís Molina, ha girado una visita al Cabezo de la Cobertera, donde se están llevando a cabo las obras de sellado, del yacimiento arqueológico que existe en su cima, declarado Bien de Interés Cultural con categoría de monumento, lo que supone una solución para su conservación a largo plazo y evitar su desaparición. Una reivindicación que desde hace años venía realizando el colectivo La Carraila junto con los ayuntamientos de Abarán y Blanca y que por fin el pasado mes de diciembre la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia a través de la Consejería de Educación y Cultura, tras la aceptación del Ayuntamiento de Abarán otorgó una subvención de 39.827,40€ para su ejecución.
Acompañando a los alcaldes de Abarán y Blanca, Jesús Gómez y Pedro Luís Molina, se encontraba un equipo de técnicos dirigido por el arqueólogo Juan Antonio Ramírez y el agente medioambiental José López, con con quienes los regidores han comentado la posibilidad de promocionar este entorno que supone una joya histórica para ambos municipios y para todo el Valle de Ricote.
También han asistido a esta visita el concejal de Cultura Felipe J. García y el componente de la Asociación Cultural La Carraila, Jesús Joaquín López Moreno.
El bien inmueble sobre el que se lleva a cabo la actuación subvencionada goza de un especial grado de protección por parte de la Ley 4/2007, de 16 de marzo, de Patrimonio Cultural de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.
El yacimiento arqueológico del Cabezo de la Cobertera fue interpretado como un granero fortificado (siglos XII y XIII) de tipología beréber («agadir») cuando fue excavado sistemáticamente por el equipo de arqueólogos franco-belga formado por Johnny De Meulemmeester, François Amigues y André Matthys en los años 1988, 1989 y 1990. Pese a su notable relevancia (único granero fortificado en la península, cuya planta de sus estructuras está bien definida), se encuentra en una situación de acusado deterioro. La causa es llevar 30 años a la intemperie y sujeto a los actos vandálicos, no habiéndose realizado ninguna intervención de conservación. La relajación administrativa ha permitido la pérdida de altura de las estructuras del yacimiento, pasando los alzados de 1 metro a escasos 20 centímetros de altura.
