La noche de ayer, el Teatro Cervantes de Abarán levantó el telón para presentar «Las nueve y cuarenta y tres», una comedia musical que no defraudó en absoluto a la entusiasta audiencia. Con una excelente entrada y el público entregado desde los primeros minutos, el espectáculo, una producción orgullosamente murciana, transportó a los espectadores a principios del siglo XX en Moscú, donde una familia y su misterioso joyero desencadenan una serie de eventos paranormales y divertidos.
La historia, que a primera vista parece una trama de misterio, se convierte en una divertida y algo irreverente comedia gracias a una excelente combinación de humor español y canciones pegadizas que caldean el ambiente y conectan con la audiencia. La obra, con un guion sólido, buenas voces y una ambientación musical bien lograda, destacó por la destreza de cinco artistas versátiles que, además de actuar, cantan y bailan. Estos profesionales, como comentaba Adrián Quiñones, uno de los productores, representan el talento murciano en su máxima expresión: formados, sólidos y llenos de energía sobre el escenario.
La audiencia no tardó en sumarse a esta vibrante representación, que también tiene un mensaje implícito: el teatro musical sigue ganando adeptos en nuestro país, y esta obra en particular ofrece una desconexión necesaria de las preocupaciones cotidianas, regalando a quienes asistieron la oportunidad de “soñar y divertirse”, como señalaba Quiñones. Con un elenco dinámico y una producción impecable, Las nueve y cuarenta y tres conquistó al público de Abarán, demostrando que el talento murciano y la pasión por el teatro musical son, en sí mismos, una apuesta segura para una noche memorable.
Quiñones, productor y apasionado del arte escénico, expresaba recientemente en una entrevista en Radio Abarán su orgullo por este proyecto, destacando que este tipo de producciones regionales medianas están cobrando fuerza en España, mostrando que no se necesita estar en la Gran Vía madrileña para brillar. La música original de Manuel Soler, quien mezcla hábilmente canciones propias y música incidental, enriquece cada escena, creando una atmósfera envolvente que hace de la historia una experiencia completa.
Entrevista con Adrián Quiñones:



















