José S. Carrasco Molina recoge en este artículo lo que se vivió en Abarán en la jornada del Sábado día 11 de mayo de 2024 con la conmemoración del XIII Aniversario del hermanamiento de la Hdad. San Cosme y San Damián y el Santo Cristo del Consuelo.

Cuando muere el torero Ignacio Sánchez Mejías, hombre muy culto y muy amigo de poetas como Federico García Lorca, este le compone una sentida elegía que acaba así:
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan claro, tan rico de aventura (…)
Pues algo parecido podríamos decir nosotros sobre el gran acontecimiento que se vivió en este pueblo el pasado sábado 11 de mayo cuando pudimos ver, por nuestras estrechas y empinadas calles, desfilar los tronos de nuestros Patronos y del Santo Cristo del Consuelo, la seña de identidad más emblemática del cercano pueblo de Cieza, pues tardará mucho tiempo en hacerse, si es que se hace, un evento de esta entidad y alcance en nuestro pueblo.

En toda la historia de esta imagen ciezana es la segunda vez que sale de su ermita, la primera fue en el año 2000 a Murcia con motivo del Año Jubilar.
Era una visita esperada ya mucho tiempo, desde el año 2013 en que las imágenes de Cosme y Damián viajaron a Cieza para protagonizar también una tarde memorable en la vecina localidad. Todo ello motivado por el hermanamiento entre las dos Hermandades que se produciría en 2011 por iniciativa del entonces presidente Estanislao González. Pues el evento de este sábado es ya la brillante culminación de ese proceso que comenzara entonces y que ha protagonizado en Abarán la Hermandad de los Santos Médicos, ahora con Arsenio Fernández a la cabeza.
Para calificar lo que se vivió en este pueblo la jornada del 11 de mayo de 2024, nuestra lengua nos ofrece un amplio surtido de adjetivos: emocionante, brillante, maravilloso, histórico, impactante, imponente…. y, por supuesto, IMPRESIONANTE, que es el que hemos elegido para titular este artículo.
Según el Diccionario de la Lengua, impresionante es aquello “que causa gran impresión, en especial asombro y admiración”.
Y creo que esas sensaciones son las que sentimos los cientos de personas que salimos a la calle en esa tarde para la historia. Estábamos acostumbrados a ver pasar en cada final de septiembre a nuestros patronos y médicos santos, con sus túnicas policromadas que, al recibir los rayos de sol, lucen de una manera muy especial. Pero nunca hubiéramos imaginado contemplarlos delante del imponente trono y la imponente imagen de ese “faro luminoso” que alumbra la vida de los ciezanos.

Ese contraste entre los dos tronos y las dos imágenes en una tarde luminosa y cálida de mayo será perpetuado, sin duda, en las crónicas de los diferentes medios y también, en las miles de fotos que ayer se hicieron en móviles y cámaras. Tal vez podamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que fue el de ayer el evento más fotografiado de la historia de este pueblo.
A priori, el de ayer no parecía el día más adecuado, pues estamos en tiempo de campaña frutera, había carrozas en la barriada, los comercios estaban abiertos… pero las dos devociones se unieron y se vencieron todos los contratiempos y las calles se llenaron de gentes de los dos pueblos y en una ermita repleta se celebró la Misa final del acontecimiento.

Los ciezanos vinieron en masa acompañando a su “Cristo bendito, gloria de Cieza”. Y no podía ser de otra manera pues, aunque el Santo Cristo, no es el patrono de ese pueblo, para los ciezanos esa devoción forma parte de su ADN, se sea joven o mayor, hombre o mujer, incluso creyente o no creyente. Para ellos su “Santo Cristo” es lo más grande y lo que siente por él es algo más que una devoción como podemos tener a cualquier santo, es auténtica pasión que van transmitiendo de padres a hijos y muestra de ello es la gran cantidad de jóvenes ciezanos que se desplazaron con su Cristo. Jóvenes y mayores que formaron un flujo de gentes de Cieza a Abarán que seguramente no se veía desde aquellos tiempos gloriosos del fútbol en esos partidos en Las Colonias de la máxima rivalidad.
Junto a este apego a su Cristo de los ciezanos, hay que dejar constancia de que nuestros antepasados, padres, abuelos, bisabuelos… también se desplazaban en masa cada 3 de mayo a la subida del Santo Cristo a su ermita, incluso andando en tiempos más lejanos.

Y es que este Santo Cristo impone, tiene algo muy especial y ponerse frente a su grandioso trono mirándolo fijamente es una experiencia realmente extraordinaria, experiencia que cientos de fieles pudimos llevar a cabo en este sábado para el recuerdo.

Un sábado de momentos realmente únicos vividos con emoción e intensidad. Entre ellos, la imagen de los dos tronos desfilando uno al lado del otro por un lateral del paseo de la ermita mientras la Banda interpretaba la marcha El Evangelista del maestro Vélez, será muy difícil que se nos olvide a los que estuvimos allí, pues nunca hubiéramos imaginado esta estampa tan emotiva e impresionante en nuestra entrañable Ermita. La salida de la parroquia con el trono en el suelo, la subida de la cuesta de San Damián (algo a los que este trono no está acostumbrado), al igual que la de la entrada a la ermita… constituyeron momentos para perpetuar en la memoria y en las fotografías.

Todo fue sencillo y solemne al mismo tiempo. Junto a los cientos de fieles, los sacerdotes (tener un párroco de Cieza ha sido un plus en todo este proceso), las dos agrupaciones musicales, los representantes de las Hermandades… importantes autoridades: dos alcaldes, varios concejales, un diputado nacional, un consejero regional, un director general… todo ello realzó un acontecimiento que queda ya grabado en el corazón de los que lo vivimos.

Solo queda desear que, aunque ya será casi imposible que las imágenes se desplacen de un pueblo a otro, se vuelva a restablecer ese flujo de devoción y de cariño entre estos dos pueblos, muy diferentes en muchas cosas, sí, pero que son capaces de unirse como lo hicieron este sábado iluminados por ese “faro luminoso” que alumbra con fuerza “desde la cumbre airosa donde la ermita se alza” y por estos Valerosos soldados de Oriente que por Cristo supieron triunfar “derrotando al tirano insolente y ciñendo un laurel inmortal”.
JOSE S. CARRASCO MOLINA
CRONISTA OFICIAL DE ABARÁN