El programa de la televisión autonómica ‘7 Región de Murcia’, dedicó parte de su programa semanal a la calle del Cabezo de la Cruz.
Enclavado en lo más alto de Abarán, el Cabecico de la Cruz no es solo un barrio; es un testamento vivo de la tenacidad abaranera, un mirador privilegiado y un lugar donde la leyenda se entrelaza con la vida cotidiana. Desde su cima, se observa una panorámica impresionante que abraza el corazón del pueblo, el majestuoso Valle de Ricote y la inmensidad de Cieza, un paisaje que, como afirman sus vecinos, no tiene parangón en la Región de Murcia.
La leyenda que protege y atrae
El nombre del barrio se debe a la Cruz que corona el cabecico, elemento central de una antigua y peculiar leyenda que se remonta al menos dos siglos atrás. José S. Carrasco, cronista de Abarán, relata la historia de un hombre que, en la noche del Jueves al Viernes Santo, intentó robar un cordero en esta zona. Sin embargo, el animal se hacía cada vez más pesado, revelándose finalmente como el demonio. La Cruz, según la tradición, se convirtió en el antídoto contra esta presencia maligna, un símbolo de protección que, aún hoy, infunde tranquilidad a sus habitantes.
«Nos sentimos protegidos con esta cruz. Parece que aquí nunca ha pasado nada raro«, comenta Trini, una vecina de toda la vida, resumiendo el sentir de un barrio que ve en este símbolo un amuleto contra las malas energías.
Un barrio forjado en la lucha contra la naturaleza
El Cabecico de la Cruz es un ejemplo palpable de la lucha y el tesón de sus primeros pobladores. A diferencia de las llanuras, Abarán se caracteriza por su orografía montañosa, y este cabezo es la viva imagen de cómo la gente ha sabido adaptarse a la naturaleza. Los vecinos construyeron sus hogares arraigados a la montaña, con cimientos que desafían la pendiente. «Mis padres tenían que traer los materiales a capazos, y dar viajes y viajes», recuerda Trini, ilustrando la dificultad de antaño para construir en este terreno.
Aunque no es el barrio más antiguo de Abarán —su crecimiento se dio principalmente en los años 50 y 60, cuando el casco urbano empezó a quedarse pequeño—, sí es uno de los que más «voluntad» ha requerido por parte de sus habitantes para establecerse y prosperar.
Un Paraíso Paisajístico y de Convivencia
Más allá de su historia y sus desafíos, el Cabecico de la Cruz es un lugar de belleza inigualable. Desde su cima, las vistas son espectaculares: el río, la huerta y la diversidad de desniveles crean un paisaje envidiable que invita a la contemplación. José Luis, otro residente, describe el privilegio de vivir allí: «Aquí se vive muy tranquilo y tenemos unas vistas del pueblo espectaculares y en verano se pasa genial, por el fresco«.
Pero el Cabecico de la Cruz es también un barrio de comunidad y tradición. Mari Trini Ato, presidenta de la Comisión de Fiestas de la Cruz, ha liderado la recuperación de la fiesta de la Santa Cruz, que se celebra cada 3 de mayo. «Es un día en el que, aunque estemos semanas sin vernos los vecinos, ese día no falta nadie y estamos todos juntos«, afirma, destacando el espíritu de hermandad que impregna estas celebraciones.
A pesar de que el barrio ha experimentado cambios y, como señala Gloria, «la esencia de la vida en el Cabecico de la Cruz permanece«. Es un lugar donde el fresco del verano es un bálsamo, donde la tranquilidad es un tesoro y donde la Cruz sigue siendo un faro de protección y un recordatorio de una historia que define la identidad abaranera.
Vídeo del programa:
