La Semana Santa abaranera, además de los tradicionales desfiles pasionales está llena de gestos y actos de un calado emocional muy especial, como el que ha tenido lugar la mañana de este Sábado de Gloria en la capilla de Ánimas del cementerio municipal, donde por tercer año consecutivo las hermandades de San Juan Evangelista y del Silencio, han recordado a los cofrades fallecidos.
Con la asistencia de los presidentes de ambas hermandades, Carmelo Gómez (Silencio) y Eugenio Gómez (San Juan); el párroco de San Juan Bautista, D. Felipe Tomás y de un destacado número de semanasanteros y semanasanteras de estas cofradías, el acto daba comienzo a las 10:30 horas con el deseo de hacer extensivo este tipo de ceremonias al resto de hermandades del pueblo.
Video del acto

La ceremonia empezaba con unas palabras del presidente de la Hermandad de San Juan quien dijo que ambas hermandades se abrazaban en un mismo sentir:” recordar, honrar y agradecer a quienes nos precedieron en la fe y en la vida”.
Eugenio Gómez insistió en que “fueron hombres y mujeres, que con sus luces y sombras, caminaron con dignidad, con humildad y con esperanza silenciosa”. Por eso hoy oramos por ellos-dijo- “y les pedimos que desde la paz de Dios sigan orando por nosotros”.
A continuación sonó una música instrumental para “cerrar los ojos del cuerpo y abrir los del alma y orar en silencio”.
Acto seguido tomó la palabra Carmelo Gómez, presidente de la Hermandad del Silencio, quien expresó su orgullo porque este acto se hiciera con la Hermandad de San Juan que tanto significa para él.
Además recordó que junto con el Día del Niño, este era un momento muy emocionante en el cementerio “porque nos acordamos de todos los difuntos”.
“Este es un momento agradable, relajante, nos acordamos de los difuntos algo que es muy bonito porque lo hacemos con humildad y con el corazón”, apostilló.
Tras este entrañable discurso, se encendieron dos velas de las que portaba el Cristo del Silencio en la procesión de Jueves Santo soportadas por unos pebeteros diseñados por Jesús Carrasco, acompañados de un emblema que representa el origen de esta ceremonia, donde se puede observar una corona de espinas y una palma representando a estas dos hermandades.
“Cada vela que encendemos, es memoria encendida, esperanza que alumbra, signo de que su luz sigue viva en medio de nosotros”.
A continuación se hizo una ofrenda floral como signo de cariño, respeto y oración. “Que cada flor depositada sea una promesa de recuerdo, un mensaje de amor eterno y un puente invisible entre el cielo y la tierra”.
Antes de que el párroco consiliario, D. Felipe Tomás, cerrara el acto, se leyó el Evangelio, según San Juan, capítulo 11, versículos 25 y 26.
D. Felipe, finalizó este culto diciendo que el cementerio es un lugar de espera y de reposo antes de la resurrección. “Por eso en el Sábado Santo la iglesia se une a la Virgen María con la esperanza de la resurrección, que es la esperanza de la victoria de Cristo sobre la muerte y la esperanza mayor que uno puede tener como cristiano mediante su fe”.