Si tuviera que analizar el pregón de la feria de Natalia Martínez como profesor de Literatura, yo diría que no hubo en él ni una metáfora, ni una prosopopeya, ni una hipérbole ni ninguna de las otras figuras literarias que enseñamos en el aula, pero ni falta que hacían, pues lo que sí hubo es una sencillez, una sinceridad y un amor al pueblo en la pregonera que hicieron que se nos pasara en un momento y que todos nos viéramos reflejados en él.
Porque, a la sencillez y sinceridad de lo que nos transmitió, se unió la forma en que lo hizo, con una llaneza y naturalidad que están muy lejos de ese lenguaje ampuloso y formal a que los jueces nos tienen acostumbrados, pero es que Natalia debe ser una jueza peculiar, especial.
Confieso que no conocía a la pregonera, solo de vista, pero es, sin duda, una de esas abaraneras de “más allá de la Garita” que llevan a su pueblo en lo más hondo y no solo de palabra.
Y ya destacó de ella su amiga Mari Trini López su sencillez y cercanía, cómo había pasado de ser la “Natalica” del Cabezo del Cuartel a su señoría Doña Natalia Martinez, pero sin que el cargo se le subiera a la cabeza. A esta sencillez se une su sentido de la caridad cristiana y su cercanía con los desfavorecidos.
Y tras esta presentación sale al escenario la pregonera que comienza recordando a los que ya no están entre nosotros, citando a Isa de Jarras que tenía el don de la ubicuidad pues estaba en todos los festejos.
A partir de ahí fue todo un recorrido por sus vivencias personales de las fiestas de los 70,80 y 90 salpicados de anécdotas sabrosas, de recuerdos de gentes entrañables (Churri, Simpson…), de momentos maravillosos que pueden extenderse a la experiencia de la feria de toda su generación y, si entretenida fue esta rememoración, mucho más lo fue el tono franco, abierto y cordial con el que lo expuso todo, que denotaba que no eran meras palabras sino sentimientos de orgullo de ser de este pueblo que se nota que lleva en su corazón, orgullo que expresó con alegría y, sin duda, consciente de que estaba viviendo dando este pregón uno de los momentos más importantes de su vida.
Mostró también Natalia su arraigo familiar con referencias muy sentidas a su padre, ya fallecido, y a su madre: “Mama, me falta vida para decirte cuanto te quiero”.
El público que, sin duda, hubiera querido más, en pie tributó a la pregonera en un aplauso largo y sentido pues agradeció esa llaneza y sinceridad y amor a su pueblo que demostró Natalia.
A continuación intervino Isabel Pérez, la concejal de Festejos quien invitó a los abaraneros “a vivir con intensidad este tiempo de feria y fiestas, a ocupar y llenar las calles de gentes y de ilusiones y de alegría, a dejar a un lado las preocupaciones e incertidumbres que nos agobian durante el año, pues solo con esta actitud habrá merecido la pena todo el esfuerzo y los problemas que lleva consigo la preparación de una feria como la de Abarán, una feria que ha tenido un esplendoroso pasado, que tiene un gozoso presente y a la que le espera un ilusionante futuro”. Finalmente acabó anunciando que estas serían las últimas fiestas que organizaba afirmando que “he puesto mi grano de arena, desde mi responsabilidad municipal, para conseguir unas fiestas dignas y acordes con lo que Abarán se merece”, agradeciendo, por último a quienes en este tiempo han colaborado con ella en su tarea.
Subieron al estrado las tres representantes de la juventud que, tras varios años, vuelven a aparecer en nuestra feria: Paula, Adela y Elena.
Y al final intervino el alcalde quien ensalzó la cercanía y la sencillez y sinceridad de la pregonera y llamó al pueblo a participar en esta feria en la que, como dice el lema elegido, ABARÁN DESPEGA.
Una gran actuación de la coral ciezana ARS NOVA cerró una velada realmente entretenida y de calidad en las palabras, en el decorado, en la música y en todos los detalles que lo rodearon, que presagian unas fiestas que deben recuperar lo que en este último tiempo de aislamiento perdieron.
