El 6 de enero de 2021 será una fecha que quedará marcada para los abaraneros, quienes desde incontables años hemos celebrado año tras año la tradicional Noche del Niño. A pesar de eso, hoy, sin importar las condiciones o la distancia, daremos como Amalia Gómez, que nos envía esta foto desde Sevilla, un beso desde el corazón a nuestro Niño, como bien refleja el escrito del cronista oficial de la villa, José Simeón Carrasco, en la parte posterior del calendario que edita la Hermandad de Ánimas.
UN BESO DESDE EL CORAZÓN
Entre los muchos datos que habrá que anotar en la historia de Abarán de estos últimos meses, ocupará, sin duda, un lugar destacado la no celebración de nuestro entrañable DÍA DEL NIÑO. En los más de dos siglos que se mantiene esta bella tradición, muy pocos han sido los 6 de enero en los que la imagen del Niño ha dejado de visitar los hogares abaraneros y siempre debido a causas de fuerza mayor.
En este último año nos hemos dejado en el camino nuestra Semana Santa con sus procesiones, nuestras fiestas septembrinas con su variedad de actos religiosos y cívicos y tantas otras cosas que no hemos podido celebrar por este virus tan pequeño como dañino, pero nos quedaba siempre la esperanza de que, al menos, el Niño no faltaría a su cita anual con cada una de las familias de este pueblo.
Pero no, no va a poder ser. No vamos en este 2021 a poder apretujarnos en el atrio para vivir uno de los momentos más emotivos del año abaranero, no vamos a escuchar las campanas de los animeros anunciando su llegada, no vamos a oír ese saludo tan entrañable, “El Niño Jesús en esta santa casa”, ni vamos a poder responder con ese “Bienvenido sea” que es la expresión de una acogida cálida y sincera. No vamos a poder reunir en nuestros hogares a la familia y a los amigos para estrechar lazos en esa noche tan especial, para olvidar lo que nos haya podido separar o, en ocasiones, para recordar con lágrimas en los ojos a ese familiar que ya se nos fue para siempre y cuyo recuerdo se hace más vivo en esta noche. No vamos a poder marchar a Nazaret camino de Belén, ni ver cómo los pastores se dejan el rebaño por esos montes perdidos, ni vamos a poder echarle un villancico por debajo de la puerta a la señora Ruperta, ni vamos a invitar a venir a los pastores a adorar al Rey de los Reyes que ha nacido ya.
Y, por supuesto, no vamos a poder experimentar la emoción en lo que es el momento central de la fiesta, su razón de ser, el beso que cada uno da a la imagen de un Niño elegantemente vestido y que, siendo simplemente una talla, es para nosotros mucho más, todo un Dios Hombre que por un día llega a nuestras casas como el invitado más especial, el más esperado, el más importante.
Pero, ante esta realidad, los abaraneros no podemos lamentarnos con actitud de pasiva resignación; eso no sería propio del carácter de este pueblo. Hay que admitir la realidad y reponernos y levantar el ánimo en la seguridad de que, cuando esta situación se supere, los animeros retornarán a su labor con más ilusión aún, y el Niño volverá a recorrer nuestras calles aún con mayor solemnidad, y volveremos a cantar nuestros villancicos aún con más fuerza, y lo recibiremos en nuestras casas aún con más emoción, y lo adoraremos con más devoción aún.
Y, con este ánimo y disposición, este próximo seis de enero besaremos al Niño desde lo más profundo del corazón y, en la seguridad de que esto es sólo un paréntesis, diremos, también desde el corazón, la despedida que le brindamos al abandonar nuestra casa cada año:
- ¡HASTA EL AÑO QUE VIENE!
- SI DIOS QUIERE
JOSE S.CARRASCO MOLINA
Cronista Oficial de la Villa
