En el salón de tronos ha tenido lugar en la noche del jueves, 9 de marzo la primera de las charlas programadas por la Junta de Hermandades con el título de “Don Juan Sáez y Don Pedro García en la Semana Santa de Abarán”, a cargo de José S. Carrasco y Pedro F. García.
El primero de los ponentes trató sobre la figura del sacerdote Don Juan, afirmando, entre otras cosas:
“Don Juan llega a Abarán en febrero de 1955, procedente de Beniaján donde había estado de párroco en dos ocasiones y aterriza en nuestro pueblo precedido de una fama de bondad que se había granjeado en todos los destinos en que había estado”.
Trató sobre su actuación dentro de la iglesia y fuera de la iglesia, afirmando que su labor se caracterizó por tres rasgos: la obediencia a los mandatos de la jerarquía, el cuidado y exquisitez en la liturgia y la sintonía y buena relación con la feligresía.
En relación con los desfiles procesionales, estas fueron algunas de las novedades que introdujo: la introducción de la imagen de la burrica en la procesión de Domingo de Ramos, que sale a la calle en 1958 por vez primera; la celebración de la procesión de Martes Santo ya en 1956 con el Cristo de Medinaceli y la Virgen de la Esperanza, y la supresión de la procesión general de Jueves Santo que se celebraba a las 8 de la tarde y su traslado a Miércoles Santo. Junto a ello tuvo un papel fundamental en la creación de la Hermandad del Descendimiento siendo él quien tuvo la idea de adquirir un Descendimiento que, obra de Efraín Gómez Montón, fue sufragado por el entonces alcalde D. José Ruiz y encargado al gremio de los albañiles, capitaneado por el maestro Peñaleja, hermandad que desfiló por primera vez en 1963, al igual que la imagen del Cristo Yacente adquirido por el Dr. Molina y obra de José Planes.
A continuación, por videoconferencia, intervino Pedro F. García Gómez quien destacó la unión entre Don Juan y su padre que llegó a una relación personal muy intensa. Habló de los inicios de la Hermandad tras la guerra, de la adquisición de una nueva imagen, obra del escultor Planes (el único San Pedro que esculpió este autor) y, posteriormente, del trono, obra del escultor ciezano Solano y sufragado también por su padre que, poco a poco fue cediéndole a él las riendas de la Hermandad.
