Los compañeros, la directiva y todo el equipo que forma el Centro Ocupacional La Noria de Abarán, donde cada día acudía Juan Antonio Gómez Abellán, conocido cariñosamente como “Juanito”, para continuar con su formación, han remitido a nuestra redacción, después de conocerse la fatídica noticia de su fallecimiento, una emotiva carta de despedida en la que lo definen como «un compañero ejemplar y bueno. Te echaremos de menos todos los días».
Es muy difícil hablar de una persona tan cercana y tan querida como es nuestro amigo y compañero Juan cuando te dicen que ha fallecido. Los pensamientos se agolpan y las escenas que hemos vivido con él a lo largo de tantos años pasan como en una película, y solo salen lágrimas y más lagrimas.
Cuando volvimos al Centro después de la Navidad, a primeros de Enero, hicimos una asamblea para repasar entre todos la Navidad de cada uno y pedir deseos para el año nuevo. Juan manifestó que la Navidad la había pasado a gusto con sus padres, sus hermanos, sus sobrinas… y para el año nuevo, su único deseo era que se acabara ya esta pandemia. Juan era de pocas palabras, pero cuando hablaba era una persona sabia, sincera y muy acertada. Esta pandemia, esta maldita pandemia que él deseó que se acabara pronto, se lo ha llevado para siempre. Se hace muy duro decirlo, pero es más duro todavía sentirlo y pensar en los días que vendrán, tras el vacío que se queda cuando un compañero se va de esta forma tan repentina. Juan acudía todos los días al Centro Ocupacional, sin faltar ni uno, siempre puntual. Bajaba desde su casa dándose un paseo y haciendo alguna parada para tomarse un café en algún bar. La primera hora del día era para hacer sus trabajos de escritura, matemáticas, dibujo y lectura: Meticuloso, pulcro, responsable y callado terminaba sus tareas. Después de almorzar, un poco de deporte o andar que era lo que más le gustaba y seguido al taller a trabajar, a su ritmo lento, pero seguro, colaborador, respetuoso y paciente. Llegaba al comedor con ganas de comer, como todos, sin perdonar ni una migaja y agradeciendo siempre a la cocinera lo bueno que está todo. Y ya después de comer no le pidieras mucho porque su costumbre era dar una cabezadita en la salita de descanso, tranquilo, hasta que viniese el furgón a recogerlo.
Más de una vez, alguno de nosotros hemos tenido que darle un golpecito en el hombro para despertarlo.
Ningún día se ha ido sin despedirse con su saludo: levantando la mano y una sonrisa diciendo hasta mañana.
Hace un tiempo, en el taller de música, hicimos una canción para cada uno de nosotros. Una canción que habla de las cosas buenas que tenemos cada uno. De vez en cuando nos ponemos los videos de esas canciones que cuentan las cosas buenas de cada uno y las cantamos con mucha ilusión y gran alegría, porque son nuestras, porque hablan de nosotros. Ahora tenemos la suerte de tener esa canción de Juan, tan bonita, para cantarla y llorarla cada vez que queramos.
No te preocupes Juan, estés donde estés, debes saber que estarás siempre con nosotros y seguiremos cantando tu canción. Has sido un compañero ejemplar y bueno. Te echaremos de menos todos los días. Descansa en paz.
Tus compañeros del Centro Ocupacional La Noria