E l ‘resucitado’ de Abarán no fue tal, sino un caso de picaresca e intento de estafa para cobrar un seguro de vida de 7 millones de pesetas con el que hacer frente a las deudas contraídas.
En 1982, LA VERDAD publicaba que un vecino de Abarán, Antonio Tornero Quintana, pescadero de profesión, había sido detenido tras simular su muerte despeñando su coche en la vecina localidad de Blanca. En su interior había colocado el cadáver de un vecino fallecido días antes, al que sacó del nicho y le colocó sus zapatos y su reloj para que le confundieran con él. El vehículo fue hallado completamente calcinado, tras caer por un barranco, por lo que su familia y vecinos creyeron a pies juntillas que había muerto.
Pero el protagonista de esta historia para no dormir se desenmascaró sin querer. Antonio se marchó a Las Palmas y desde allí llamó a su cuñado para pedirle dinero. Este se echó a temblar al oír su voz creyendo, en un primer momento, que era una llamada del más allá o que Antonio había ‘resucitado’. Pero, tras la sorpresa inicial, no dudó en llamar a la Policía para denunciar que alguien se hacía pasar por el muerto.
Días después, Antonio era detenido en Las Palmas. Fue acusado de estafa en grado de tentativa y del delito de violación de sepultura.
Antes de entrar en prisión, Antonio Tornero envió una carta al pueblo de Abarán en la que pedía perdón a la familia del muerto que había desenterrado para simular su muerte.
