Desde las doce de la noche de Viernes Santo, son cuatro las procesiones que configuran la vivencia de este día en Abarán.
A esa hora en punto comienza, en medio de una oscuridad silenciosa, el desfile fervoroso del Cristo del Silencio que, acompañado por cientos de fieles, llama a la reflexión y a la penitencia.
Campaneando las cuatro de la madrugada, sale de la iglesia la Procesión de Penitentes, nuestra más antigua tradición, encabezada por un estandarte y dos faroles, procesión en la que se visitan los antiguos lugares de enterramientos y se reza por los difuntos, porque en el desfile no hay tronos ni flores ni música, solo oración y penitencia. En ella lo más peculiar es el canto de los pasos, es decir, una tonadilla con la que se acompaña cada una de las catorce estaciones y que, aunque no en su letra, en su música, es, sin duda, algo exclusivo nuestro. Hoy ese canto corre a cargo, desde hace ya bastantes años de Carmelo Gómez y de Julines que han sucedido a Joaquín de Cano.
Pues el canto de “los pasos” es el cordón umbilical que une esta procesión de madrugada con la del Viernes Santo en la mañana, pues en ella, cuando era mucho más corta y recogida, se cantaban estas tonadillas a cargo de personas tan entrañables como Benigno de la Calienta, el Niño de la Rosa o Luis de Evaristo, personas todas de grato recuerdo.
Estas tonadillas son una llamada para que abandonemos la vida de pecado, contemplando el sufrimiento y muerte de Cristo: “pecador, mira a Jesús..”, “tú eres causa, pecador..”, “pecador, anda advertido…” , “pecador, detén tu afán..” y, en medio de la procesión de esa mañana, cuando callaban todos los tambores y cornetas, invitaban a la meditación y a la oración de ese Vía Crucis.
Estaba, por tanto, la procesión matinal, con salida desde la Ermita, cargada de contenido y simbolismo, siendo el mejor comienzo para la vivencia de ese día tan solemne por parte de todo un pueblo.
Y, ya por la noche, la procesión más solemne de toda la semana, la del Santo Entierro en la que la figura del Cristo Yacente de Planes, concita el respeto y la veneración de todos los que la contemplan.
Es, por tanto, el Viernes Santo abaranero una jornada completa, vivida con intensidad por todos los que esperamos cada año la llegada de estos días que dan vida y hacen palpitar a este rincón del valle.
Recordando la procesión del Via Crucis.