
He de reconocer que, aunque soy un entusiasta de la música, no ha sido nunca el jazz uno de mis géneros musicales preferidos, como tal vez le ocurría a una gran parte de los que llenamos el viernes el Teatro Cervantes y que, paradójicamente, salimos encantados y entusiasmados después de disfrutar de la extraordinaria velada musical que nos brindaron tres genios del género como son Ernán López-Nussa Lekszycki (pianista, compositor, arreglista y director) Mayquel González (trompetista, compositor y arreglista) y Yelsey Heredia (contrabajista, nominado a los premios Grammy).

A pesar del cambio de fechas y de las dificultades que ello acarreó, ver nuestro Teatro lleno para oír un concierto de jazz, que no es ni mucho menos un género mayoritario por estos lares, es algo que debe figurar en el haber musical de este pueblo y que dice mucho y bien de nuestra sensibilidad y afición por el arte de la música que igual demostramos saboreando la zarzuela como las habaneras como la música de guateque como incluso con el más actual rock.
La realidad es que, volviendo a esas Noches en La Habana, título del recital, los tres músicos se metieron al público en el bolsillo desde el principio y no solo por su maestría en el dominio de sus instrumentos sino también por su saber estar en el escenario y por su interacción con el público en lo que especialmente el cubano Yelsey era un maestro y ello creó un ambiente de empatía mutua que se mantuvo desde el principio al final y pocas veces se ha visto una unanimidad tan grande a la hora de valorar un espectáculo y pocas veces se ha visto una expresión tan unánime de satisfacción en los rostros de todo el público al salir del teatro, un público que hubiera querido que se prolongaran aun más esos sones cubanos, algunos tan conocidos como El Manisero o Reloj, no marques las horas, pero interpretados de una manera tan peculiar que sonaban nuevos y viejos al mismo tiempo. Y es que con esta variedad de recursos supieron hacernos digerir el jazz de una manera asequible y al alcance de todos los públicos.
No han podido tener las fiestas de este año un mejor colofón, no han podido tener un broche más brillante a pocas horas del tremendo sonido del trueno gordo que ya nos hará aterrizar otra vez en la cruda realidad. Y justo es reconocer el valor de la “culpable” de este evento musical, nuestra paisana Amor Gómez que, habiendo conocido a este conjunto allá en tierras cubanas, pensó que Abarán merecía disfrutar también de esta música en esos días tan entrañables de sus fiestas patronales, una música que ha brindado calidad a un teatro, a una feria y a un pueblo.
JOSE S. CARRASCO MOLINA